Recuerdo una conversación no muy lejana, entre un compañero, Jefe de Proyecto con cicatrices ganadas en muchos años de pelea informática, y un desarrollador que ya no está en la empresa.
A mi compañero le cambiaba la cara del verde al morado, así que agucé el oido.
– “Es que he buscado en google y no encuentro cómo hacerlo”.
– “Pues invéntatelo, eres Ingeniero Informático, ¿no?”.
– “Bueno seguiré buscando”.
– “¿Cual es el problema?”. Le pregunté a mi compañero cuando se marchó el desarrollador.
El problema en cuestión era “tan complejo” como un simple cast de hexadecimal a binario, con la pequeña complicación de que se trataba de cadenas muy largas y las conversiones automáticas de tipo habituales fallaban por overflow. En resumen, que había que hacer el cast a mano.
– “¡Lleva dos días con esto!”
Al día siguiente, volvió a aparecer por el despacho el susodicho Ingeniero, que contaba en su CV con varios certificados oficiales de Ingeniero Desarrollador de esos de a 1.000 € el certificado.
– “¡No hay manera! Da overflow. He buscado en codeplanet, etc, etc. y no encuentro nada igual”.
– “Mira, mañana esto tiene que estar solucionado”, le dijo el Jefe de Proyecto.
Al día siguiente la escena se repitió, con la diferencia de que mi compañero le enseñó un sencillo algoritmo hecho a mano en un rato para hacer manualmente la conversión.
El Ingeniero abría los ojos como platos. “¿Has hecho el cast a mano?”
Esta escena es una buena prueba del nivel al que podemos llegar si todo lo confiamos a San Google. Ha quedado muy atrás la época en la que programábamos sin más ayuda que un libro de referencia (bendito Kernighan & Ritchie), y el prueba y error, porque Internet aún no existía. Sin embargo, esa etapa nos obligó a buscarnos la vida, a encontrar soluciones desesperadas, y a no olvidar nada, una vez vista la luz.
Propongo que todo programador pase por una etapa (corta, eso sí) de programación sin Google, para cultivar la extinta ciencia de pensar un problema en profundidad, y encontrar un camino propio de salida. No hace falta meditar tres años, tres meses y tres días como los lamas, pero esta experiencia debería ser obligatoria.
Quizás sea una buena idea para formar becarios, y la ponga en práctica…